Posé aquel libro ligero y rotundo sobre mis piernas

Un día le abrimos la puerta (Por defecto de silencio, quizá) Como atajo del tiempo O anestesia del miedo, quién sabe

Cada mediodía, con una constancia inoxidable se acomoda en su silla, pliega su bastón y despide a su acompañante no sin expresar en su rostro cierto alivio

Deslumbrado por Catania, había olvidado Palermo. Tuve que arrancarme de los ojos todo aquel barroco apabullante...

Es lo que tiene dormir en las montañas, que te tienes que buscar la vida en una aldea extraviada y pedir cobijo con cara de necesidad...

La luz devuelve el blanco roto de las paredes tú respiras como si te prepararas para decirme algo

Caminos en la llanura. Tierra roja. Polvo rojo. Polvo

Cuando hablamos o escribimos queremos decir algo, puede que no sepamos muy bien el qué o cómo decirlo...

Marinero errante en el mar infinito, manchado por la luna de resplandores ...

Destripo armarios baúles cajas como escualos de cartón en la casa paterna Y me encuentro objetos encerrados tanto tiempo míos.

¿Cómo se llamaba? El anciano bajó la mirada mientras a su alrededor continuaban chocando las copas con brío

A veces en la vida hay que elegir y cada elección implica asumir que no puedes tenerlo todo

Te acuerdas de aquel virus que nos quería joder la vida...

Es lo que tiene viajar en enero, con la tarde tan corta se te hace de noche en una nacional y te cagas en la puta...

Con la soberbia del que no ha sido convocado irrumpe de nuevo aquella noche en que la oscuridad tiñó sus uñas de púrpura intemperie

Después de un par de días de confinamiento y haber comprobado que la naturaleza continúa ahí, completando ciclos con su calma habitual, me he fijado en otras ventanas

El sudor, un ruido, una mosca invisible, algo me rescata del sueño mientras me percato que amanezco en lecho extraño. No estoy solo.

Todo el mundo alberga fantasías inconfesables, nada nuevo. Lo que no es tan usual es aventurarse a llevarlas a cabo.

La verdad es que siempre he guardado cosas para mí solo. Verdades de un cojo, pero no merecía la pena contarlas ya que parecen orientadas a conmover...

Quién lo iba a decir, tras el parapeto de tu pantalla me he encontrado contigo – idealista de veinte años ha – comido por las premisas matutinas

El naipe sonó sobre el tapete sin pompa alguna, más bien de modo ordinario, cucharas sobre platos vacíos. No voy.

Ángel como la mayoría de los bohemios necesitaba del velo de la noche para ejercitar su oficio.

Vino de ningún sitio (lo olvidó nada más llegar a Madrid)

Lo que no tiene nombre la música se lo da ...

Siempre estuvo ahí presente atestiguando el baile fugitivo de las miradas las manos alejándose nuestra cansada ternura...

Me gustaría poder reproducir con fidelidad a los hechos cómo me la hice...

Si aquella noche no hubieras resbalado ...