Cuento de Navidad
Treinta años. Año arriba dos abajo debía de ser una cifra que se acercara a la última vez que nos vimos así, cara a cara
.. va de prosa
Treinta años. Año arriba dos abajo debía de ser una cifra que se acercara a la última vez que nos vimos así, cara a cara
Abelardo tiene trece años. La contextura normal de un niño de su edad. Su cabeza está coronada por una cabellera rojiza que se ensortija endiabladamente
Soy una gorda. Una mujer gorda que a veces duda si la genética le ha jugado una mala pasada o se ha excedido rebañando el plato durante décadas.
Corría y corría sin parar gritando por la orilla, espoleado por mi persecución
El cielo, amigo, te devolvió tu saliva con el frío péndulo de la gravedad.
Julio esperaba su mes homónimo con la misma impaciencia cada año...
El viudo deambula por el parque al ritmo que le permiten sus piernas de anciano. Nadie repara en él en mitad de la explosión estival que vigoriza la naturaleza sin excepción.
Laia se anudó la bufanda con destreza, al ajustarla un escalofrío familiar partió del hombro hacia la mandíbula...
Con varios minutos de retraso sobre el horario de apertura, Jaime se metió con los gemelos en el parque de bolas. Llovía con furia...
Carmiña subió al fayado y dirigiéndose al armario entre la penumbra, uno a uno, sacó todos los abrigos de nuevo. Un tanto acartonados por el desuso, fueron dispuestos sobre el monte de colchones de lana que se apilaban como un gran sándwich de colores gastados en el piso de madera. Hay que airearlos, espabilarlos ...
Lo había cogido como quien toma el último bocado de un postre que ya no puede ofrecernos nada más que su triste apariencia. Tenía el aspecto de haber sido magreado durante todo el día. ...
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