El sudor

El sudor, un ruido, una mosca invisible,

algo me rescata del sueño

mientras me percato que amanezco

en lecho extraño. No estoy solo.

Los encantamientos de la madrugada entorpecen mi memoria

una pierna emerge de las sabanas. Su empeine.

Esa línea que se alarga hasta los dedos:  una saeta.

 

En las paredes motivos africanos, un espejo sin marco.

En el suelo ropa desordenada, pendientes, ceniceros atestados.

Algunos cajones entreabiertos…

La sensación del furtivo se diluye al fijarme en ese lunar

su precisión quirúrgica en una espalda prometedora.

Los aromas reverdecen.

La leche del alba penetra en la estancia con dulzura,

resuello y suspiro.

 

La realidad se manifiesta en forma de timbre impertinente

tiento mi ropa en un ascensor particularmente pequeño

y sin pausa me veo arrojado al mundo

como si nunca le hubiera pertenecido.

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