El Ángel

 

¿Cómo se llamaba?

El anciano bajó la mirada mientras a su alrededor continuaban chocando las copas con brío.  Sus ojos pasaron  del suelo al techo lentamente. Mejor dicho, de sus zapatos al cielo de sus párpados buscando algo de luz entre las telarañas de su frente.

¿Cómo se llamaba coño?

Íbamos allí todas las tardes a jugar a las cartas, a beber, a reír…

¿Cómo se llamaba?

El Ángel, sí, joder. El Ángel. Repitió.  No recordaba el nombre de la mayoría de aquellos camaradas de juventud.  Ni el aspecto decadente de aquellos azulejos de las paredes. Ni siquiera quién las atendía detrás de aquella barra fortificada, pero no le importaba demasiado.  En ese momento había recuperado la idea, aquella voz y su poderoso reflejo.  El Ángel. Se quedó ensimismado, acariciando aquel sonido como si hubiera recuperado un pequeño trozo de sí mismo.   Algo de su memoria que había caído entre sus zapatos como una servilleta vieja en la que anotas un nombre y te lo guardas en un bolsillo sabiendo que es tuyo, sólo tuyo, tan tuyo…

 

Comentarios (2)

  1. Maria dice:

    Me encanta. Lo íntimo de la edad, la victoria de lo cotidiano.

    1. La Huella dice:

      A nosotros tu comentario, tan sencillo como certero. Antes de que se nos vaya el santo al cielo…la tinta y la memoria nos acercan. Gracias

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