Después de

Después de acumular varias X, algunas V y un montón de palitos en formación, inauguro prefijo (5) para la próxima década.  Me han colocado una L así de grande, lo cual es como empezar de cero (me refiero a volver acumular X, palitos y todo eso), pero también es el símbolo del conductor principiante que nos viene como anillo al dedo para ilustrar la situación que tenemos que abordar todos los que llegamos a ese punto sin excepciones.

En un principio no me voy a poner sabinesco y abonarme al todo tiempo pasado fue mejor y sus flagelos. Obviamente teníamos más reflejos, más pelo, más ilusión, más arrojo, más espontaneidad… también menos fatigas, cicatrices, dudas estériles y enredos trascendentales.  Aunque tampoco me voy a instalar en el buenrollismo este de la plenitud, el autoconocimiento, la mesura en las pasiones y todo ese andamiaje autoconsolante.  Sí, bien, hemos llegado hasta aquí, todo chi, todo bien, hasta slow, incluso hygge, aunque no sepa muy bien qué signifique.  Pero vamos, hablar de plenitud cuando te cuesta levantarte… no me jodas.

En definitiva, que va a haber que hacer las prácticas de pilotaje por esta quinta planta sabiendo de buena tinta que hemos comenzado a descender y que probablemente necesitemos gafas, limitaciones de velocidad en todo desempeño, alguna pastillita, paciencia con nosotros mismos y algún antídoto para el insomnio y su tumultuoso silencio.

Llegados a este punto, para no alargar el cuento, solo puedo concluir dos cosas.  La primera, estoy viejo.  La segunda, no soy el único.  Este viaje en el que  nos vamos oxidando juntos poco a poco, acumulando desencantos, astillando nuestros contornos, hace que cada encuentro, cada recuerdo de los que faltan, cada mesa compartida, se vaya cargando de una solera, de un peso vital, de un saberse tan vivos como fugaces.  No tenemos más remedio que acompañarnos en este camino y brindar con el corazón que nos quede en pie después de medio siglo: por nuestras arrugas, nuestras canas, nuestros huesos sanos, nuestros amores extraviados, por el propio vino y su poder amnésico que logra aligerar nuestras miserias y refrescar por unos momentos las flores salvajes de la juventud.

Eso sí, África sigue ahí, tan lejos, tan cerca. ¡Salud!

Comentarios (6)

  1. Ana María Otero Quesado dice:

    Bonito relato Quiquo.Asi es la vida, agridulce,momentos buenos y malos a la vez,como tú muy bien dices,acompañarnos en este camiño,bsos cielo.

  2. Rosiña dice:

    Feliz cumpleaños! Aunque te sientas viejo, aun te queda mucha historia q contar. Bikos

  3. Carlos Herva dice:

    Precisamente en África, donde aún llevan la L en civilización, pero no en sabiduría, eligen a los jefes y líderes de las tribus más ancestrales según su sapiencia, veteranía y experiencia.
    50 años de vida siempre es una buena noticia.

  4. Paz dice:

    ¡Salud y fuerza ! a por medio siglo más.Cada década tiene su encanto y aunque la carcasa se va deteriorando,el espíritu no envejece .

  5. Jet dice:

    Pensamiento tribal de la mesa mas noble del corazón del barrio pobre, obrero. La sobremesa del calor de los ecos humanos retorciendo los mecanismos del universo en un estela de marcas imborrables. Arena, polvo. La decadencia poética de imaginar las cenizas de los pensamientos volando como mil polillas en la luz, libres. Que es el universo si no sentir sus costuras. Efímero como la fruta, que perdura de manera frágil en el tiempo.

  6. Moncho dice:

    Hola
    Como siempre tan agudo. Efectivamente , A los que , como tú estamos subidos a la quinta planta y vemos que se inclina hacia abajo no nos queda más remedio que vernos reflejados en tus palabras.Bravo Kiko !!

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