La piel
Escombrera
La luz devuelve el blanco roto de las paredes
tú respiras como si te prepararas para decirme algo
La luz devuelve el blanco roto de las paredes
tú respiras como si te prepararas para decirme algo
cualquier cosa ligera y trivial
salida del periódico.
Me estiro con lentitud
hay huellas alrededor del interruptor
en las que ya repare hace un tiempo indefinido,
tonterías
quizá esté cansado de descansar
tus ojos me seguirían si me levantase
me pedirían un vaso de zumo
me ofrecerías un paseo sosegado.
La escena tiene demasiados indicios de una violencia muda
que no logro romper con mis distracciones dominicales.
El pulso es un reloj detenido
una excusa para escapar y ser engullido
por un horizonte imposible.
Qué sencillo sería un buenos días
y echarse a rodar por las calles y las colaciones despreocupadamente.
El sol ya ha alcanzado la cómoda
y el vaivén de tus rodillas me adivina a la perfección
no te gustaría enfrentarte a mis monosílabos.
Te vas me quedo te entiendo
mojaré mis tostadas en el fatuo ritual de la duda,
el café y la gimnasia me desmienten
no hay nada que comprender
es una cuestión meramente orgánica.
Vuelvo a la cama buscando ocupar esa frontera del silencio
olvido el teléfono, busco tu aroma en la almohada
mientras el sol está a punto de abandonar el espejo.
Un minuto más suspendido en la extrañeza de estar despierto
el deseo y el miedo se agitan sin encontrar
un objeto en mí.
De pronto tus llaves dan vueltas en la cerradura
y regresan a mi voz del exilio.
Me incorporo, me someto al agua hasta el límite de mi piel
recuerda – me repito como quien extravía un verso imprescindible –
cuando te percates el sudor de las horas la habrá cubierto de olvido
Menos mal que estos trozos de ti nos asoman a tu indescifrable complejidad de genio.
Me gusta mucho, Kiko.
Lo complejo es descifrarnos mutuamente. Gracias por leernos y un saludo afectuoso.