La melancolía

La melancolía ha abierto una tienda

en la mirada de los elefantes,

convertida en espejo absurdo para los peatones,

se va nutriendo del goteo de la arena

en su cuello minúsculo.

 

Se adivina el tumulto bajo el silencio,

las cicatrices nos cercan

y se suceden las estaciones como consuelo.

Una canción agita su melena

salpicando a quien le presta los oídos

mientras la hiedra llega hasta el pecho de los escépticos

demasiado mayores para descabalgarse de la mentira.

En el cielo de sus párpados

se siembran reproches y algunas luces puestas en el azar.

 

Sobre el barro cae de nuevo la sangre

tibia y su estertor

y el cristal pasa de mano en mano

para volver a sacarle brillo a su codicia,

parece que esta condena brotó en la espiral

de los caracoles, no cabe nadie más en la cárcel de su concha:

epitafio agudo de la miseria que nos retrata.

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