Soñé con tu cuerpo
Rexistencialismo
reposaba en una cama
cubierto de mantas
reposaba en una cama
cubierto de mantas
Posé aquel libro ligero y rotundo sobre mis piernas
Un día le abrimos la puerta
(Por defecto de silencio, quizá)
Como atajo del tiempo
O anestesia del miedo, quién sabe
Antes clavo en mi pie de apoyo
después piedra en el fondo de mi bolsillo
sometida a los ojos ciegos del tacto
Cada mediodía, con una constancia inoxidable se acomoda en su silla, pliega su bastón y despide a su acompañante no sin expresar en su rostro cierto alivio
Mi infancia despertó entre aguas
caños pródigos
mansas playas
balnearios decadentes…
A modo de un espectro colosal y silencioso
deslizándose entre las tintas de la noche
Deslumbrado por Catania, había olvidado Palermo. Tuve que arrancarme de los ojos todo aquel barroco apabullante…
–
Lo que te llevaste fue tu réplica, la claridad, tu espejo. Recién ahora comienzo a hablarte sin que me queme tu imagen
Es lo que tiene dormir en las montañas, que te tienes que buscar la vida en una aldea extraviada y pedir cobijo con cara de necesidad…
El mediterráneo agita su espejo
para aquietar el pulso explosivo de la bahía
Paseo las avenidas atestadas de transparente humanidad…
que nunca me atreví a ser
Se vuelven a suceder las estaciones con la virtud inexacta de su naturaleza, lo que no se repite son tus manos, tus brotes, tu cosecha fragante
Una cuña entre las yemas
convoca la luz de este artefacto
La luz devuelve el blanco roto de las paredes
tú respiras como si te prepararas para decirme algo
Caminos en la llanura. Tierra roja. Polvo rojo. Polvo
Con la cautela de lo frágil
poso la frente en la ventana
Cuando el mundo se desnuda de repente e ingresas en el sótano de la supervivencia
Treinta años. Año arriba dos abajo debía de ser una cifra que se acercara a la última vez que nos vimos así, cara a cara
Cuando hablamos o escribimos queremos decir algo, puede que no sepamos muy bien el qué o cómo decirlo…
Después de acumular varias X, algunas V y un montón de palitos en formación, inauguro prefijo (5) para la próxima década
_
La melancolía ha abierto una tienda
en la mirada de los elefantes,
convertida en espejo absurdo para los peatones,
se va nutriendo del goteo de la arena
en su cuello minúsculo.
Marinero errante
en el mar infinito,
manchado por la luna
de resplandores
…
Mazo de sal
de sal prieta
regándose morenamente,
puño de dulce café
que muele el ritmo con los cinco sentidos,
como un viejo vendedor con las monedas de siempre
Solo un día en mitad del verano
como cualquiera
sin que importe su nombre en la semana
y lo que se estiraba en aquel momento la tarde
Abelardo tiene trece años. La contextura normal de un niño de su edad. Su cabeza está coronada por una cabellera rojiza que se ensortija endiabladamente
La escena te invade
como una gran maqueta infantil
que tuviera el poder de circundarnos.
El mar lamiendo la arena
las gamelas desordenadas
al liberarse del poder gregario y alineador del viento
Soy una gorda. Una mujer gorda que a veces duda si la genética le ha jugado una mala pasada o se ha excedido rebañando el plato durante décadas.
Destripo armarios baúles cajas
como escualos de cartón en la casa paterna
Y me encuentro objetos encerrados
tanto tiempo
míos.
Entre la luna y el hueso,
el sol y la carne
las estrellas y el sudor
El viento aquella noche se fue a dormir al mar
dejando un silencio hueco para que resonaran tus pasos
¿Cómo se llamaba?
El anciano bajó la mirada mientras a su alrededor continuaban chocando las copas con brío
Los ciclos de la memoria vienen y van, como las nubes en el cielo. Nunca sabes de dónde siguen saliendo ni cuando desaparecerán del todo.
A veces en la vida hay que elegir y cada elección implica asumir que no puedes tenerlo todo
Entre el océano y el volcán
la semilla dejó su aliento
pasado el tiempo un leño verde se abraza a la lava
como se agarra un náufrago a la vida
Plancha de aglomerado, 5 cm de espesor. Procedencia escandinava. Área aproximada 120 x 80 cm. Cobertura de chapa negra de ínfimo espesor
El horizonte se dilata en la lejanía
en este día de estío
más allá el cielo
su tamiz luminoso
la cúpula imposible de esta tierra
Me dijiste que huyera de aquí
que le diese esquinazo a los neones
a la dulce embriaguez del olvido
a aquellas noches de rímel y linaje
Es lo que tiene viajar en enero, con la tarde tan corta se te hace de noche en una nacional y te cagas en la puta…
Con la soberbia del que no ha sido convocado
irrumpe de nuevo aquella noche
en que la oscuridad
tiñó sus uñas
de púrpura intemperie
Después de un par de días de confinamiento y haber comprobado que la naturaleza continúa ahí, completando ciclos con su calma habitual, me he fijado en otras ventanas
La ciudad sucia, la ciudad ruinosa,
la ciudad.
La ciudad está en la calle
Esperando a la brisa para respirar
El sudor, un ruido, una mosca invisible,
algo me rescata del sueño
mientras me percato que amanezco
en lecho extraño. No estoy solo.
Corría y corría sin parar gritando por la orilla, espoleado por mi persecución
La joven farola huye de mí
sobre el espejo roto del adoquín
se va con una curva familiar
…
Todo el mundo alberga fantasías inconfesables,
nada nuevo.
Lo que no es tan usual es aventurarse a llevarlas a cabo.
La verdad es que siempre he guardado cosas para mí solo. Verdades de un cojo, pero no merecía la pena contarlas ya que parecen orientadas a conmover…
La fisiología me asalta y tengo los oídos expuestos
Esta mañana he vuelto a aquella ribera
a pisar el mismo jardín descuidado
a caminar entre las huellas de sus moradores…
El sol del mediodía cae con la verticalidad
que exige el estío,
la ciudad lo acusa
como si de un ente orgánico se tratara
aunque no pueda oler a nada ajeno a sí misma.
El océano se recoge
para avanzar,
la espuma se derrama, rota
de salitre sobre la orilla
El cielo, amigo, te devolvió tu saliva con el frío péndulo de la gravedad.
En la esquina afilada que abre la plaza
un joven -más por su atuendo que por su edad-
fabrica burbujas enormes con una soga.
El Níger se desliza
ancho
en silencio a los pies de la noche.
Quién lo iba a decir, tras el parapeto de tu pantalla me he encontrado contigo – idealista de veinte años ha – comido por las premisas matutinas
El paisaje se ha vuelto invisible
Simple espejo de la mirada
Hambre de días pasados.
Julio esperaba su mes homónimo con la misma impaciencia cada año…
En el vientre de Lalibela
se acuesta el magma dormido
semeja un lomo, una arteria terrestre horadada mil veces
—
El naipe sonó sobre el tapete sin pompa alguna, más bien de modo ordinario, cucharas sobre platos vacíos. No voy.
Últimamente pienso demasiado en la muerte. Creo que se debe a que amo inmoderadamente la vida…
Ángel como la mayoría de los bohemios necesitaba del velo de la noche para ejercitar su oficio.
Vino de ningún sitio
(lo olvidó nada más llegar a Madrid)
¿Y si todo fuera química?
Embrión, sudor, hueso
¿y si no pudiéramos formular una creencia
desgajada de la simpleza de nuestra cáscara cerebral?
El viudo deambula por el parque al ritmo que le permiten sus piernas de anciano. Nadie repara en él en mitad de la explosión estival que vigoriza la naturaleza sin excepción.
Como quien camina
absorto y efímero sobre la anchura del mundo
y su movimiento …
Laia se anudó la bufanda con destreza, al ajustarla un escalofrío familiar partió del hombro hacia la mandíbula…
Siempre estuvo ahí
presente
atestiguando
el baile fugitivo de las miradas
las manos alejándose
nuestra cansada ternura…
Hoy me cuesta todo
me cuesta tanto como a ti levantarme en la penumbra
…
En las calles muertas
las bombillas festivas duplican su frío azul
sobre los charcos – espejos negros de combustible -.
…
Con varios minutos de retraso sobre el horario de apertura, Jaime se metió con los gemelos en el parque de bolas. Llovía con furia…
Después de 25 años de sexo, drogas y rock and roll, estoy hasta los cojones.
Me gustaría poder reproducir con fidelidad a los hechos cómo me la hice…
Carmiña subió al fayado y dirigiéndose al armario entre la penumbra, uno a uno, sacó todos los abrigos de nuevo. Un tanto acartonados por el desuso, fueron dispuestos sobre el monte de colchones de lana que se apilaban como un gran sándwich de colores gastados en el piso de madera. Hay que airearlos, espabilarlos …
Me desenamoré de ti
como un artesano que ha dejado de sentir …
Lo había cogido como quien toma el último bocado de un postre que ya no puede ofrecernos nada más que su triste apariencia. Tenía el aspecto de haber sido magreado durante todo el día. …
Creo que esta semana me ha cogido la crisis de los cuarenta (benditas etiquetas). …
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